¿Somos los jóvenes la "Cenicienta" de la Nueva Evangelización?
Los jóvenes necesitan una pastoral responsable y adecuada a
sus realidades: merecen que se les reconozca como tierra de misión constante de
todo esfuerzo pastoral y no solamente como factor secundario de la evangelización.
Los últimos documentos de la Iglesia tanto universal como
Latinoamericana rescatan la prioridad juvenil en la evangelización, pero el
papel soporta lo que sea, si no nos apropiamos del espíritu con el que nuestra
Iglesia nos urge a este servicio especial la letra queda muerta en el papel que
se pondrá amarillo por la indiferencia del agente de pastoral. Necesitamos ya
una nueva evangelización del mundo juvenil: nueva en su ardor, métodos y expresiones
(San Juan Pablo II); ya no queremos planes que ponen parches a descontinuados
modelos evangelizadores que si bien respondieron en su momento a la realidad
juvenil hoy no hablan a una nueva generación. Nos esforzamos en reventar odres
gastados con vinos nuevos y seguir descosiendo vestidos viejos con retazos
recientes, el servicio al joven en la Iglesia no se cubre con parches de
novedad que disfrazan un desinterés creciente hacia el mundo juvenil o una
“apatía generacional” que lanza al joven huesos mientras la carne la guardamos
para otra ocasión.
Me atrevo a desarrollar los tres elementos muy propios de
nuestra realidad eclesial que terminan impidiendo la maduración de la semilla
del Reino en nuestros esfuerzos pastorales en la juventud: estos serían como el duro camino, la zarza amenazadora y la poca
profundidad devastadora que acorde a la parábola del sembrador hoy afectan la
acción del Espíritu y me doy la libertad de señalar algunos esfuerzos
evangelizadores, verdaderos signos de los tiempos, que rompen esquemas y
renuevan la evangelización en el campo juvenil.
De lleno con la primera amenaza y una de las más letales:
los cacicazgos hacia adentro de grupos y movimientos que sirven en medio de los
jóvenes. En muchos de nuestros grupos eclesiales los liderazgos se heredan y se
retienen en pequeños grupos, esto afecta la apertura ad intra en cuanto a la construcción
de comunión eclesial y ad extra con posturas inquebrantables muy “a su manera”.
El remedio es fácil: la apertura a las nuevas expresiones. Recordemos que
nosotros como miembros de la Iglesia no estamos al servicio de un grupo o de un
carisma, estamos al servicio de Cristo con nuestro carisma o en nuestro grupo,
la diferencia es abismal. Si nuestro servicio gira alrededor de un carisma específico
hemos quitado del centro a Dios, y cuando los medios se convierten en fines se
desvirtúan. Debería ser “todos con su carisma al servicio de un mismo Dios” en
lugar de “todos con su Dios al servicio de un mismo carisma”. Se necesita aquí
un cambio de mentalidad no tan radical que atropelle el carisma, pero tampoco
tan superficial que no sacuda las consciencias y las abra a la grandeza de la
diversa acción de Espíritu en el momento actual.
Otra amenaza actual de la evangelización de la Juventud es
la pastoral de Conservación, tal parece que no solo los templos enfrentan la amenaza
de convertirse en museos por la falta de acción, algunas iniciativas pastorales
son verdaderos museos andantes, métodos obsoletos camuflados con vestidos
nuevos que tratan de mantener a los que están dentro y muestran poco interés
por los que están fuera. Hay algo intocable, la Revelación de Dios y el
Magisterio, todo esfuerzo en contra de estas dos columnas de nuestra fe es
inaceptable, pero también por medio de estos Dios responde a los tiempos y está
con nosotros en Iglesia para discernir el rumbo a tomar. El miedo nos lleva a
hacer las cosas como siempre se han hecho, no nos hemos dado cuenta que el
Evangelio implica dinamismo, un
movimiento constante que evita que el tiempo devore nuestros planes
pastorales. Hay verdades fundamentales que se mantienen y que son inalterables,
Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, pero las realidades son diversas y
tenemos que responder a ellas con el mismo Cristo: se mantiene el contenido, se
cambia la forma de presentarlo. Es por esto que los nuevos métodos aquí son
indispensables.
Y finalmente la superficialidad, al joven se le ofrece muchas
veces un plan pastoral tan vacío y frívolo que no se diferencia en nada de lo
que le ofrece la actual sociedad de consumo sin sentido. Aquí encontramos los
famosos efectos placebo en nuestra pastoral de juventudes: se le ofrecen al
joven experiencias puntuales sin cohesión y llenas de efusividad y sentimentalismos que ofrecen una cura instantánea pero no
enganchan al joven con ningún proceso permanente; y así lo que ofrecimos no
termina siendo determinantemente vivencial en sus realidades. Tanto el exceso
de estructura con su rigidez asfixiante como los intentos desenfadados que se
quedan en la superficialidad desencantan a un joven que busca algo más que la
aparente seguridad de la estructura o la supuesta novedad de lo frívolo no le da. Propiciar un nuevo ardor que conquiste el corazón de la juventud sin tener que poner en jaque el anuncio de Cristo-Acontecimiento salvífico responde a un signo esencial de la evangelización del joven actual.
Prometí mencionar algunas iniciativas de evangelización juvenil
coherentes con los signos de los tiempos de los cuales cada uno podrá echar
para su saco entendiendo que también son esfuerzos que responden a contextos
sociales o espirituales particulares, pero que a la vuelta de la esquina también
los podemos encontrar. Estas propuestas las presentaré en el siguiente post:
http://feliceslosjovenes.blogspot.com/2014/07/evangelizacion-joven-tomando-al-toro.html
http://feliceslosjovenes.blogspot.com/2014/07/evangelizacion-joven-tomando-al-toro.html
Comentarios
Publicar un comentario