La joven que desafió el mal
El libro de la reina Ester siempre ha llamado mi atención, no solo es una clara muestra del genio femenino en acción por defender a su pueblo, sino una imagen clarísima de la actitud a tomar por todo aquel que hace suyas las luchas de su pueblo, el que “ríe con el que ríe y llora con el que llora” (Rom 12,15). Esta es una mujer de “espléndida belleza”, que la conoce pero no depende de ella, al contrario, declara que en el fondo ha puesto su confianza en Dios y no en los dones con los que ha sido agraciada. También su poder como reina es tomado desde Dios, pues reconoce su cargo como una expresión de la voluntad de Dios. Así, no duda en humillarse y afear su apariencia cuando su pueblo es perseguido para interceder por él ante Dios con una plegaria que nace de su propio corazón. Ester se encuentra en un estado de “mortal angustia” por la suerte que corre su pueblo de la inminente aniquilación que se les viene encima, ubicados en el Getsemaní luego de la Cena Pa...