El joven zombie
Nunca fui un junkie del celular. Bastaba tener un aparato que recibiera llamadas y enviara mensajes para mantenerme seguro, no sé realmente en que momento el celular se volvió tan necesario. Al inicio fue un drama pero ahora puedo decir que un celular estropeado ha sido una de las mejores cosas que me han pasado últimamente. No es una trivialidad, es un reality check. Está siempre en nuestro discurso la imperante necesidad de no apegarse mucho a los medios porque se terminan desestimando los fines, pero como la mayoría de los supuestos este también se termina archivando en el montón de lo “sabido” hasta pegar de frente con un muro. Hoy tenemos una app para todo: para salir a caminar, para compartir fotos de lo que se come, para ver a alguien al otro lado del mundo o conocer a la distancia sitios que nunca visitaremos; hemos virtualizado cada parte de nuestra vida y la hemos comprimido en un pequeño celular. La aparente innovadora tec...